Por Itziar Azkona
Como viene siendo tradición, cerramos este número de la revista con una breve reseña sobre la carta del segundo portal astrológico del año: la entrada del Sol en el signo de Cáncer. En la actualidad la mayoría de lxs astrólogxs consideran la pasada carta del equinoccio de primavera-otoño con la entrada del Sol en Aries como el inicio del año astrológico, pero esto no fue siempre así. En la antigüedad, el encuentro del Sol con Cáncer marcaba el inicio de nuestra entrada en el mundo, un punto de encarnación. Este signo, vinculado a una pequeña y muy poco brillante constelación en el cielo, tenía una gran importancia espiritual. En este momento el Sol se encuentra en su punto más alejado del ecuador terrestre, casi parado, estático, en un punto de inflexión, en preparación para acercarse de nuevo y vinculado así al solsticio de invierno en el hemisferio sur. Si cada año la entrada del Sol en Cáncer hace a este signo prominente, este año lo simbólico canceriano se agudiza: el Sol no está sólo en el signo. A nivel técnico la carta del portal viene con una conjunción Sol-Júpiter en Cáncer, —un Júpiter exaltado—, con Mercurio también en Cáncer y con una maraña de aspectos que forman una especie de sarcófago que lo mismo nos incuban y nos protegen que nos enredan y nos entorpecen. Una maraña de trígonos, sextiles, cuadraturas y quincuncios con los que los planetas tejen un mundo de posibilidades a nuestro alcance nada obvio a simple vista.
Yo describiría este momento como uno de esos que algunas astrólogas no queremos llegar a desvelar del todo, uno de esos momentos en los que ante la pregunta: “¿que nos dicen los astros ahora?” aparece el titubeo y la sensación de que contarlo todo puede dar mucho miedo. Por una parte, está la lectura de la complejidad de lo mundano, en la cual los ciclos planetarios estrechan las posibilidades para la paz en el mundo y se conectan con eventos conocidos en la historia como la Guerra Civil de Estados Unidos, la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Civil española, por mencionar algunos de los más estudiados. Por eso es tanta la intensidad que ahora mismo estamos viviendo a nivel geopolítico. Por otro lado, la maraña de aspectos que automáticamente me hace pensar: “¿por dónde empiezo a contestar?”. Es verdad que lo nuevo está a la vuelta de la esquina, pero entre tanto caos anidado en el Nodo Norte en Piscis y el espacio de vacío que se ha generado entre la salida de Saturno y Neptuno de Piscis y su entrada en Aries, junto a la que va a seguir generando la salida de Urano de Tauro, es complejo mantener una perspectiva positiva. Más difícil aún si el único planeta en un signo de aire es Plutón en Acuario que no podrá sacar a la luz sino verdades muy incómodas. Además, la Luna en Tauro que rige el solsticio se encuentra conjunta a Quirón y en cuadratura a Plutón, atesorando miedos infinitos. Todo esto encuadrado entre los aspectos estrella de este mes de junio, de los que seguro que ya has oído hablar: las cuadraturas Júpiter-Saturno y Marte-Urano, signos de violencia repentina en lucha entre lo viejo y lo nuevo. Por último, me parece muy importante no dejar de mencionar que esta carta viene con Urano en el último grado de Tauro para recordarnos, de cara a su entrada a Géminis el 7 de julio, que no será definitiva. Los dioses y La Gran Madre aún nos pedirán algún que otro sacrificio en el altar de nuestra humanidad en las próximas semanas. La presión interna acumulada de la Tierra será expulsada y aliviada de sus entrañas queramos o no, como una liberación creativa necesaria.
Llevado al plano personal tengo la sensación de que, para estar menos atrapadas en esta maraña, lo que toca es luchar por algo propio. Si en algo podemos ser cabeza tractora de lo que está por venir ahora es nuestra oportunidad. Mientras los miedos inconscientes nos acechan y hemos de asumir las consecuencias de un pasado no resuelto, no cabe ni la duda ni la marcha atrás. La mujer valiente, la heroína, ha de enfrentar lo que sea que se esté dando en este momento, sin levantar los pies del suelo, sin desenraizar, sin salirse del cuerpo, para dar el paso definitivo hacia adelante. En estos momentos es cuando se hace muy real que para reconstruir hemos de confiar en que el desastre final tirará todos los cimientos inservibles. Vamos, que el caos que ya nos viene acompañando unos años está bien que se intensifique y que pueda incluso inmolarse.
En esta carta se mezclan de manera sobresaliente las energías de Aries, Tauro, Cáncer y Virgo con un solitario Acuario. Los 4 primeros forman alianzas sólidas, incluso el tímido Marte en Virgo se aferra a la cola del Nodo Sur tratando de imponer algo de sentido entre tanta impulsividad, posesividad e hipersensibilidad. Los grandes sueños podrían ser castillos en el aire y los actos grandilocuentes podrían ser importantes boomerangs. También la aparente falta de equilibrio, de amor y de sentido común podría ser el origen de una firme voluntad por revertir este proceso. Si es cierto que estamos en la gestación de un nuevo orden mundial, este solsticio nos abre una puerta enmarañada para que no podamos salir huyendo. El esfuerzo al que se nos invita en los próximos meses es a sentarnos en el umbral, a desenredar el nudo gordiano para después atravesar el portal con voluntad de cuidar, proteger, querer y amar lo que de verdad deseamos. El realismo de lo que está siendo nos retiene irremediablemente en un lugar intermedio de disgusto, decepción, introversión y reflexión tan solo para amamantar nuestros más íntimos anhelos en pos del éxito final.El signo de Cáncer no siempre estuvo representado por el cangrejo. Hubo un tiempo en que su tótem fue la tortuga, esa que Hermes convirtió en lira en su primer encuentro con el mundo real, fuera del útero, al escapar de su cuna, transformado en humo para atravesar el umbral. Se trata de una lira que propició la reconciliación entre hermanos y que, en manos de Orfeo y de Avalokitesh en el mundo de los devas, nos rescataba de perseguir quimeras infumables. Hermes, su inventor, le dio poderes mágicos para que su melodía nos devolviera al camino trazado tras el aprendizaje de habernos perdido. La lira, con sus 7 cuerdas —luego elevadas a 12— contiene la vibración de los siete planetas, por eso se la conocía como el arpa de David, generadora de la armonía cósmica, esa armonía que vencía a las bestias del Apocalipsis. En todas las culturas, no solo la cristiana, hacer sonar las cuerdas de tu lira es hacer vibrar tu mundo y con él, al mundo entero. En el frío de la vida, fuera del paraíso, fuera del útero, no hay posibilidad de volver atrás, solo hay un camino al frente: el que nos lleva al encuentro de nuestra propia melodía. La realidad que duele es la mejor inspiración que tenemos para componerla.

Itziar Azkona D. F.Astro.S
Itziar es Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología. Tras un Máster en Investigación Social en University of Surrey decide estudiar astrología. Obtiene el Diploma de la Faculty de Estudios Astrológicos de Londres donde es Tutora. Colabora en varios proyectos sin ánimo de lucro: es Global Director de ISAR para España (International Society for Astrological Research) y forma parte del equipo editorial de la Revista Stellium, la principal publicación de astrología en español. Ha participado en varios congresos de Astrología y de manera continuada en encuentros astrológicos con Maria Blaquier y José Millán.
Socióloga. Coach. Astróloga.
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