Editorial
Extinción – Solsticio de Capricornio 2024
Editorial
Por primera vez en 16 años, el Sol entra a un Capricornio libre de Plutón. Tenemos por delante un mes para alumbrar lo que quedó de nuestras estructuras, evidenciadas sus sombras y desvencijados sus poderes. Para eso es importante estar atentxs y no dejarnos engañar por la idea de que las estructuras son grandes edificios que nos exceden. Nada más alejado de eso. Las estructuras somos nosotrxs en vincularidad. El encuentro con otrxs en lo cotidiano, en lo chiquito, es el eslabón de esa gran cadena que vista en escala nos asusta y nos deja impotentes. Para no olvidar esto, el trimestre se inaugura con un Sol ligado al eje nodal Aries-Libra, en sus últimos trazos por esta danza de tensiones y acuerdos entre el impulso aguerrido individual y el diálogo abierto a la complementariedad. Los vínculos que responden a las viejas lógicas de “o tú o yo”, donde la única posibilidad es ejercer poder o padecerlo, caen por su propio peso, y caminamos entre sus carcasas vencidas, derrumbadas y oxidadas.
El dios de la destrucción transformadora le da un descanso a la cruz cardinal y tensa a la fija. A las verticalidades capricornianas no les quedó sombra por exponer. Las horizontalidades acuarianas comienzan sus veinte años de exposición. Las grupalidades tiemblan, los acuerdos cooperativos empiezan a mostrar sus hilos y en algunos corazones asoma el miedo de cómo nos movemos si no es con los antiguos modelos.
Es un buen momento para revisar la lógica de lo comunitario. Los últimos grados de Piscis se hacen eternos con un Neptuno que se empeña en exacerbar las fantasías colectivas. Tomemos consciencia de lo caro que nos ha costado Disney, la violencia que hay debajo de la alfombra cuando anhelamos una dicha sin esfuerzos ni responsabilidades afectivas. El patriarcado no quiere ceder. Su hermano, el capitalismo, lo sostiene, negado a sospechar otra lógica posible. Lo colectivo pide a gritos reformularse, mientras la individualidad asoma en el horizonte intentando volver a convencernos de que es la única alternativa. Pero la Luna de este solsticio nos cuenta otro cuento. Opuesta a Saturno en el eje Virgo-Piscis, nos ofrece una pista: el amor colectivo es un trabajo alimentado por la consciencia de que somos dentro de un entramado inmenso que nos contiene y nos trasciende. Júpiter completa la T cuadrada desde Géminis y lo confirma. El sentido emerge si nos dejamos llenar de preguntas por el vínculo, si nos entregamos humildemente al servicio de lo que sólo juntxs podemos empezar a sospechar, con corazón de niñx y mente de principiante.
Nos extinguimos, pero eso no es novedad. Nos estamos extinguiendo desde el mismísimo momento en que llegamos al planeta. La potencia arrolladora que somos se alimenta de la que fuimos; así fue siempre y siempre será. Una brasa gris al final de una fogata. Un esqueleto de cigarra agarrado a la corteza de un árbol. Un capullo de oruga seco al sol. La extinción nos rodea a toda hora, en todo lugar. Todo el tiempo están terminando procesos, los frutos sueltan sus semillas, los cuerpos se retiran de la danza. La vida da coletazos antes de abrazarse a su amiga muerte. Los coletazos parecen resistencia, pero ¿qué tal si no lo son? ¿Qué tal si en el propio código del final estuviese previsto el pandemonium? ¿Qué tal si la vitalidad no es más que eso? Resistirnos a entregarnos para que la entrega, cuando llegue, sea profunda y real. Una cosa es no querer morir. Otra cosa es querer estar en la vida.
Luz a los caminos de las almas. Feliz solsticio.
Iva Hryc