Marte en los umbrales: ruptura, catarsis y regeneración

12 Feb 2025

Por Gi Juliano

Contexto astrológico y algunas efemérides

Esta columna la estoy escribiendo mientras el planeta Marte, transitando desde Cáncer, realiza la última oposición a Plutón en Capricornio, desde su entrada en el 2008. Fueron nueve oposiciones ocurridas en un eje conservador (Luna-Saturno). Las próximas ocurrirán en el eje Leo-Acuario (Sol-Saturno). Operando desde los domicilios de Saturno, Plutón nos ha dado “masterclasses” intensivas de cómo su influencia ha desafiado y continuará desafiando los domicilios de las luminarias (Sol y Luna), alterando los status quo, las estructuras, todo aquello que se encontraba codificado, las filiaciones y el mundo tal como lo hemos concebido en los últimos dos siglos.

Otro contexto relevante es que Marte, desde estos últimos grados de Cáncer, se encuentra dinamizando a los dos transaturninos restantes, que se encuentran en grados críticos: Neptuno (Piscis) y Urano (Tauro). A nivel mundial y mundano puede advertirse el clima de hostilidad, conflicto y desborde, que incluye eventos naturales con desbordes de aguas y pérdidas. A este clima de disolución y crisis evidentes hay que mirarlo con detenimiento, sosteniendo el desafío de la complejidad, ya que tiene diversas y complejas aristas que me dispongo a comentar. Me gustaría referirme de manera específica a una de ellas: Marte. 

El año 2024 comenzó, prácticamente, con la entrada de Marte a Capricornio (su exaltación) y finalizará el año con Marte ingresado a Leo y a punto de retrogradar a Cáncer (su detrimento). A este recorrido Capricornio-Cáncer del año 2024, hay que combinarlo con los nodos lunares que se encuentran transitando en el eje Libra-Aries. Tenemos, entonces, un cuadrado cardinal intensamente activo en las cuatro puertas del año, y esta circunstancia amerita desarrollo y algunos comentarios, y desde ya una necesaria mirada retrospectiva que aporte alguna reflexión. La entrada del Sol a Capricornio ocurrirá con Marte en retrogradación, preparándose para reingresar a Cáncer y realizar una oposición al Sol, hacia enero del 2025.

Sobre el tema marciano

Algunas de las cualidades tradicionales de este maléfico indican su naturaleza cálida y seca en extremo, asociado a un temperamento colérico, indicando separación, fuerza, violencia y pleitos. Este temperamento indica fuerza, fricción, agudeza mental y valor. Indica a los altaneros, a los que se arriesgan y se enfadan con facilidad. Indica también la imprudencia, la insensatez y el escaso examen, los procesos agudos y arduos. Para Agrippa, Marte es el guerrero poderoso, el sanguinario, el fuertemente armado, el portador de la espada, el de fuerte potencia y el de velocidad impetuosa. Inflama el corazón de quienes deciden dar pelea.

Oskar Adler ofrece una definición interesante para Marte. La flecha arrojada y la espada desenvainada representan instrumentos de guerra. Indican algo diseñado para aplicar energía repentinamente, para lograr cambios violentos. Sin embargo, cuando ignoramos su efecto y nos concentramos en el momento en que la flecha abandona el arco, la imagen de la flecha arrojada nos lleva a otra interpretación. Lo que nos interesa ahora es ese momento en el cual una energía potencial, latente hasta entonces, se vuelve acto. Hasta que la flecha no es arrojada, la tensión del arco es como la suma de todas las posibilidades potenciales. La flecha arrojada la transforma en realidad. 

Todo lo que ocurre en el mundo requiere una decisión que hasta ese momento descansaba en la matriz de las posibilidades. Toda realidad surgida del útero de la naturaleza la abandona a través de una decisión presente tomada por Marte. Pero toda decisión efectiva está conectada con algo que altera y hace tambalear. La energía de Marte lleva en sí las características de intromisión, de destrucción y, aun cuando aparece al servicio de la demolición de lo existente, representa también el inicio de una nueva realidad. En la energía de Marte se combinan dos elementos: uno que es destructivo, hiriente, que divide; y otro que lleva en sí mismo el impulso de construir toda nueva creación y desarrollo.

Los antiguos griegos, en su sabiduría, nos han dejado un símbolo de Apolo, el dios del Sol, un dios que tiene en sus manos el arco y la flecha. En su mano no sólo vemos el arco, sino también otro instrumento de un diseño similar al del arco, pero que no está destinado a disparar una flecha: la lira. Esto indica que aquí tiene lugar una extraña transformación: el arco se ha convertido en lira. “La naturaleza ha puesto en tus manos el arco como instrumento de Marte. Transfórmalo de tal manera que no dispares ciegamente en el momento en que debas hacerlo, interpón entre tú y la naturaleza tu decisión como poderosa fuerza que convierte la destrucción en bendición, así todo lo inarmónico dará paso a la más alta armonía a la que puedas acceder. Ten en cuenta estas palabras como un mandamiento de Dios”, agrega Adler reflexionando sobre la transformación como tema marciano.

Como integrante de la secta nocturna, Marte tiene triplicidad en los signos de agua. Los antiguos le asignaron la noche en un intento de compensar su ardor y calor con la frescura y la humedad nocturna. El signo de Cáncer es el domicilio de la Luna y la exaltación de Júpiter: los recursos provistos por la Luna, asociados a cuidar, proteger, unir y homogeneizar, encuentran en este planeta temerario, audaz y fuertemente discriminado una notable dificultad. Estabilizar, proliferar y fecundar, siendo recursos jupiterianos, no encuentran en Marte un asidero. En la mirada de Adler, quien además de astrólogo, era músico y médico, la carga y descarga, tensión y relajación son como el movimiento de un péndulo que encuentra su expresión más armoniosa en la experiencia de la música; que representa, como vivencia emocional, la forma más pura de este intercambio. Por esto, dondequiera que encontremos a Marte en la triplicidad de agua, se crea el ideal de una vida emocional que tome la forma de una experiencia musical en la cual el lado negativo de Marte podría disolverse y redimirse en una forma profunda de interioridad, como principal virtud. Cuando esto no es posible, las energías destructivas aparecen a veces en formas que afectan el interior propio, pero también el ajeno.

El efecto de los nodos

El astrólogo Anthony Louis insiste en observar los períodos en que los nodos reales se ponen estacionarios, ya que están conectados con eventos sorpresivos y difíciles. Los nodos se mueven a razón de 1,6° por mes. Si observamos las efemérides mensuales del recorrido del nodo norte (Aries), confirmaremos que septiembre y octubre del 2024 han sido meses de estacionamiento de nodos (grado 7° Aries-Libra), con todos los desafíos que esto conlleva, pues los nodos son los surcos y marcadores de los eclipses. La tormenta perfecta ocurrió con la entrada de Marte a Cáncer (septiembre), signo en el cual retrogradará posteriormente y con el eclipse de nodo sur (Libra) ocurrido en octubre. Basta con echar una mirada a las noticias y eventos mundanos de gran relevancia ocurridos durante estos dos meses. Para muestras, un botón.

Este planeta, además de caído como se desarrolló en la sección anterior, está ralentizado; dos condiciones que, combinadas, potencian su capacidad de daño. Cuando se mueve lentamente y sin recursos afines, estos temas pueden experimentarse con desbordes o bloqueos, demoras en la acción, desmedida conflictividad o accidentes varios (lo he vivido en carne propia a través de lesiones que tuve que sobrellevar en el año). Desde Cáncer, Marte realiza cuadratura de los nodos (Aries-Libra). En su Tetrabiblos, Ptolomeo escribió sobre las “curvas” de la órbita de la luna alrededor de la Tierra, puntos de flexión, doblez, punto de giro o abrupto cambio de dirección. Cualquier planeta por Cáncer y/o Capricornio transita puntos de giro problemáticos, pues se “tiñen” de sustancia nodal, tornándose como un “agente de eclipse”. Se han recopilado, entonces, al menos cuatro cualidades que constelan el tema marciano de este ciclo: detrimento, retrogradación, estacionamiento de los nodos y activación de eclipses. En las siguientes secciones me gustaría ofrecer algunas reflexiones para estos tránsitos de tanta fricción.

Lo marciano en clave nodal, como catarsis y purgatorio

En la tradición de India, los nodos son intensificadores que traen muchos desafíos. Rahu (nodo norte) es voraz, no tiene estructura porque es una cabeza que devora; y es esencialmente compulsivo. Al igual que Saturno, su naturaleza es material o tamásica. Ketu (Nodo Sur) es también un intensificador; al igual que Marte, puede destruir rápidamente. Incluso puede funcionar de una manera más contundente, puede ser más destructivo y agudo. Ambos gobiernan las cosas subterráneas y oscuras, caóticas e inestables. Rahu, cabeza sin cuerpo, devora. Ketu, sin cabeza, pierde las cosas, las elimina, como Marte, las separa. Ketu está asociado entonces con las pérdidas, las separaciones, la liberación y la excreción.

Aldous Huxley explora el concepto de moksha, lo plantea como una liberación espiritual. En el marco de la filosofía perenne, Huxley entiende a moksha como una liberación o purificación que permite trascender el ciclo de deseo y sufrimiento, una experiencia de unión con una realidad divina. Moksha es un concepto ancestral en la tradición filosófica y religiosa de la India, que suele traducirse como “liberación”. En el contexto védico e hindú, representa la liberación del ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación (Samsara), un estado de unión con el Brahman.

“La liberación, moksha, no es un estado que viene después de la muerte, sino la comprensión de que nunca fuimos distintos de Brahman” dice Adi Shankaracharya. Según esta visión, moksha no es una negación del mundo, sino la realización de lo divino en las esferas de la vida, que, para nuestra idiosincrasia occidental, tiene una interpretación destructiva e incomprensible. Mircea Eliade afirma que moksha no es solo una separación o liberación de lo material, sino un proceso de retorno a nuestra divinidad que exige renuncias.

Renuncia, transformación, purga, liberación, catarsis; un proceso altamente dinámico de separación y reunión que ocurre al unísono. Doloroso para el apego, liberador para el estancamiento, insoportable para la negación, revelador para el buscador, difícil para quien sacrifica incluso la vida a cambio de sostener lo insostenible. Conmocionante para atender y experimentar los sacudones y para ponerlos en un contexto que, además de afligir la vida, la opere. 

Ervin Laszlo sostiene que existe una “memoria akáshica”, una matriz que contiene una memoria cósmica y global, la dimensión oculta del cosmos. Así como los traumas condicionan la vida individual, de la misma manera las heridas ancestrales de nuestra especie condicionan nuestra vida colectiva y encuentran formas de actualización en el presente, un loop incesante. El cese ocurre cuando estas experiencias son liberadas de algún modo. A través de sesiones con psicoactivos, el doctor Christopher Bache ingresó en estos reinos transpersonales de la psique y del cosmos. Documentó sus experiencias en un libro y las organizó en fases. En una de ellas, entró en un reino de extraordinario sufrimiento colectivo. Navegó psicodélicamente en el océano de violencia humana de los últimos diez mil años e identificó dos fases diferenciadas: 

  • una fase de purga o purificadora 
  • una fase extática

A la primera la describe como una ola que empuja hacia lugares desconocidos donde cesa toda razón y entendimiento. Este empuje va in crescendo y lleva a un proceso catártico de rendición, transformación y muerte. Es narrada como una experiencia de aguda tensión psíquica y emocional (la llama el “océano de sufrimiento”) en la cual se ingresa posteriormente a un dominio que denomina “tiempo profundo del alma”. Bache postula que estamos atravesando esta zona transicional y catártica, experimentando situaciones a extremo insoportables. Estamos en un contexto de extrema tensión, agotamiento y sin sentido. Actualizando tiempos pasados que creíamos superados. La moral controladora cae, las comprensiones también. Las atrocidades van empequeñeciendo la sensibilidad, nos adormecen psíquicamente. En lo personal observo también la valentía marciana de ingresar a esta sala de espejos atroz y transformadora, que de tan oscura enciende cualquier destello de consciencia.

Por compasión una mano se posó sobre la otra

Este año investigué sobre el dolor y sus múltiples aristas: el dolor usado como arma política para quebrar voluntades y mentes, el alivio del dolor minimizado por el tacto. Para Gabriel Mazars, el tacto es el primer remedio contra el dolor: caricias y drenaje linfático. Plantea la doble tipología del dolor: dolores que hacen posible la evolución y permiten la vida, como el cambio de piel en el quemado, y dolores que son involución, sufrimientos que, tras nuestros desgarramientos, tienden a devolver al mundo las partes que tomamos en exceso. Si administramos calmantes y anestésicos para suprimir el dolor, ¿es posible también administrarlo con inteligencia? Es aquí donde la ética se transforma en praxis, como en la tradición de los fakires musulmanes, esa fraternidad de pobres ambulantes que templaban sus cuerpos para que, ante el dolor extremo, la voluntad y la lucidez no se quebraran. En momentos desafiantes, cuando las pruebas de la realidad se imponen y el contexto se torna agobiante e inmenso, la práctica de la esperanza se revela como un modo de supervivencia y templanza, también administrar la dosis del dolor, el cuidado de sí.

El término spoonie proviene de un texto de internet titulado “La teoría de las cucharas” (spoon en inglés), de Christine Miserandino, quien ideó un modo de explicar cómo se vive y se siente una enfermedad crónica. Propuso la analogía de las cucharas como una forma de medir la energía: cada tarea diaria que realiza una persona con un padecimiento supone una cuchara. Salir de la cama, cocinar, vestirse, contestar un correo electrónico, todo cuesta una cuchara. Las personas sin enfermedad sienten que tienen un suministro casi infinito de energía y pueden gastar cucharas sin consecuencias. Los spoonies, en cambio, deben racionarlas; su suministro es limitado. Abordar la esperanza es posible solo en esta miniatura; la esperanza no es amiga de las grandezas ni de las gestas heroicas.

Momentos como estos se sienten como si no hubiéramos sido creados para sobrevivir, ponen en desafío la supervivencia marciana, como si habitáramos un mundo a contrapelo, donde la muerte y los límites parecieran no existir como destino inevitable de todo ser humano. Ante tal exceso, se presenta, compensatoriamente, la necesidad de liberar y purgar, como señala Mazars, para devolver a la vida lo que hemos tomado en exceso. En un mundo desmedido y contrario a la vida, donde se somete a la existencia hasta el agotamiento, quizás el acto de resistencia más profundo consista en cultivar este equilibrio: permitirse el desgarro marciano implicado en una torsión, y renunciar a aquello que no tiene más espacio en el ciclo. Pasar del arco hacia la lira. Disparar con acierto.


Foto de Gi Juliano.

Gi Juliano

Licenciada en economía y astróloga argentina. Como economista y máster en economía (Universidad del CEMA), se ha dedicado a la docencia (Universidad de Buenos Aires), a la investigación de temas ambientales y a las finanzas. Como astróloga profesional, se encuentra dedicada a la consultoría, a la docencia y a la investigación. Ha transitado una primera etapa de formación relacionada con una astrología de enfoque humanista (Casa XI), una etapa intermedia en la que incorporó diversos contenidos de posgrado que la llevaron a una etapa que continúa en el presente, enraizada en una astrología tradicional helenística (Hellenistic Astrology Course, Chris Brennan).

Instagram: astrolo.gi

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