Historias de mapas y puntos fijos

24 Jul 2023

Por Luz Peuscovich

Si pensamos en que todo en el universo está en movimiento y sucediendo al mismo tiempo, ¿cómo se ordena la mirada si siempre está pasando algo? Para ello primero hay que trazar una base, un punto fijo que nos sirva de comienzo y de retorno, un punto que nos ubique y desde ahí mapear.

¿Cómo se crearon los primeros mapas, tanto terrestres como celestes?

Ptolomeo fue el autor de dos libros importantísimos, el Tetrabiblos y el Almagesto.

En este segundo es en el que expone su teoría del sistema geocéntrico (válido por 1400 años hasta la llegada de Copérnico y el modelo heliocéntrico) y en el que enumera un catálogo de estrellas fijas. Ptolomeo también hizo un gran aporte con su libro llamado Geographia, en el que describe la parte del mundo que se conocía en su época y las coordenadas de las 400 ciudades más importantes de aquel entonces, con la particularidad de que su modelo matemático estaba basado exclusivamente en sus análisis del cielo.

Ptolomeo hace el ejercicio de ubicación a través de la búsqueda de un punto fijo, y lo encuentra en la estrella Polaris (la punta de la cola en la osa menor). Descubre entonces algo muy importante: que la estrella Polaris estaba siempre en la dirección del norte. 

Entonces, traza este mapa y pone a su punto fijo Polaris arriba, es decir, el norte arriba y el sur abajo. Toda su cartografía se organizó en torno a esto porque le permitió definir y ordenar en latitudes y longitudes su propuesta, la que a partir de ese momento se volvió una costumbre histórica para marinos, cartógrafos, astrólogos, etc. Lógicamente esto viene con mucha carga simbólica en toda una manera de comprender el arriba y el abajo de enorme importancia en la iconografía sagrada anterior y posterior.

Pero con esta definición nace un problema: Polaris como punto fijo es una ilusión. Las estrellas no son fijas, sino que cambian permanentemente (cambian 50 segundos de arco cada año, un grado cada 76 años, debido al movimiento de precesión de los equinoccios). Es así que la geo-perspectiva propuesta por Ptolomeo llega a la educación de hoy en día fallando en este punto. A la mayoría de nosotrxs nos enseñaron a orientarnos hacia el norte, y más aún simbólicamente a “buscar el norte”, es decir, a construir una idea de dirección en la vida que es profundamente ilusoria. 

Si nos paramos mirando hacia el norte, el este nos queda en la mano derecha y el oeste en la mano izquierda. Generando así un punto ciego, el sur, que queda en nuestra espalda. Lo que tiene muchísima resonancia histórica, política, social y cultural. Y la astrología no escapa de esto. Esta geo-perspectiva incorrecta produce una mente fragmentaria y fijada en una mirada que despliega siempre un punto ciego desde un polo hacia el otro, en vez de considerar el movimiento de rotación (o circulación) de la tierra. 

¿Cómo sería una GEO-perspectiva orientada?

Cristóbal Cobo Arizaga, experto en astronomía antigua proveniente de Ecuador, dice que existe una única geo-perspectiva natural desde nuestra posición como observadorxs terrestres, que hace que en cualquier parte del mundo nos paremos, miremos y tengamos la misma comprensión del espacio y del territorio. 

Todo comienza con la palabra orientarse, que viene de la palabra oriente. Orientarnos, como primer paso, es mirar hacia el oriente, de ahí viene la palabra orientación, que en latín quiere decir “por donde sale el Sol”. Entonces, ya de antemano no hay manera de que nos orientemos hacia el norte. En el momento en el que nos orientamos hacia el oriente, el norte va a quedar a nuestra izquierda. De hecho, la palabra norte viene de antiguas lenguas indoeuropeas haciendo referencia a la palabra izquierda

La palabra sur, south, viene de suria, que quiere decir “la dirección del Sol”, porque en los países del norte el Sol viaja de este a oeste por el sur. Entonces, observemos lo simbólico de todo esto: si desde el norte el sur es la dirección del Sol, en la idea de “buscar el norte como dirección” le damos la espalda al sur, es decir, al Sol. 

Por último, occidente viene de occiso que es “el punto muerto, de descenso o madurez”, donde no podemos ver la mecánica celeste-terrestre desde donde los cuerpos se ocultan. Sería como ir andando en un auto mirando hacia atrás en vez de hacia adelante.

Si las estrellas no son fijas entonces ¿cuál es nuestro punto fijo de base?

Según la astronomía ancestral previa a los estudios de Ptolomeo, el único punto fijo para nosotrxs como observadorxs terrestres es la salida del Sol por el oriente en los equinoccios, solamente 2 días del año. La entrada del Sol en Aries (punto vernal, marzo) y la entrada del sol en Libra (septiembre). Esos puntos, solo dos días al año, son los que nos proveen del punto más fijo en el cosmos para nosotrxs como observadorxs terrestres.

Si nosotrxs nos orientamos, estemos donde estemos, el norte va a quedarnos a la izquierda y el sur a la derecha, detrás de nuestra espalda estará el oeste. Esta perspectiva es mucho más sustentable técnicamente porque, comprendiendo esto, podemos simplificar el entendimiento de la naturaleza, del espacio, de las estaciones, y comprender que existe un mundo en balance y en equilibrio de hemisferios. Vemos el norte y el sur al mismo tiempo. De modo que no existen unos sobre otros, países de arriba y países de abajo, todas las naciones tienen su posición específica. Es un cambio de paradigma de cómo podemos leer el mundo en igualdad de condiciones, de manera que podamos compartir una perspectiva con todas las personas en cualquier parte del mundo. Volver entonces a vincular nuestra visión del cosmos con la naturaleza es desarmar imposiciones dogmáticas que lo que hacen es confundirnos… 

El punto de partida

El cuestionamiento del porqué estamos en un contexto de enorme polarización y dónde necesitamos buscar puntos de orientación en común. En este sentido, la geo-perspectiva orientada tiene un fundamento astronómico, geográfico, cultural y social basada en una lectura ancestral del paisaje y del cielo: la rotación de la tierra.

Desde la comprensión ptolemaica del mundo del arriba y del abajo nace esta polarización en nuestro cerebro, visibilizando más un lado que el otro. Los dos polos son dos hemisferios, del mundo y de nuestro cerebro. ¿Cómo investigamos con curiosidad las diferencias de perspectivas de ambos? Por ejemplo, ¿cómo es esto de vivir Capricornio en verano o en invierno? ¿Y Aries en otoño o primavera?

La astrología en tiempos de Ptolomeo no podía acceder a este nivel de observación del mundo, pero sin embargo nos ayudó a llegar hasta aquí. La astrología contemporánea tiene un gran futuro si se abre a comprender de manera transdisciplinar, desde una mirada más inclusiva cuáles son las diferencias que yacen en los hemisferios y en la construcción de discursos más sustentables, menos absolutos.

Una cosa es un punto fijo como punto de partida y retorno, y otra muy distinta es un punto fijo adonde ir, aspirar o llegar. Esta considero que es la diferencia de buscar el norte, a cambio del este, porque el este siempre está ahí amaneciendo en algún lugar del planeta.


Luz Peuscovich

Luz Peuscovich es una artista visual y astróloga argentina. Sus primeras obras fueron pinturas y fotografías, para luego centrarse en el desarrollo de obras multidisciplinarias e instalaciones que buscan expandir las habilidades perceptivas de los espectadores a través de la experiencia de los cinco sentidos. A partir de 2014, el concepto central en su trabajo es la sostenibilidad, centrada en la integración de humanos-naturaleza y humanos-cosmos. Durante varios años desarrolló instalaciones con objetos orgánicos provenientes de la naturaleza. Actualmente su investigación se centra en el cultivo de cristales a base de minerales, enfocada en procesos alquímicos. Sus proyectos han sido exhibidos en Argentina, Estados Unidos, Alemania, Panamá, China, India, Brasil, Reino Unido y Noruega. Actualmente vive y trabaja en Berlín, base donde tiene su taller-laboratorio. Desde allí dicta sus workshops de astrología y recibe consultas en formato online desde todas partes del mundo.
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