Por Cecilia García Robles
Este artículo explora la astrología desde una perspectiva feminista, con el objetivo de superar los estereotipos de género.
La astrología ha estado tradicionalmente influenciada por percepciones sexistas sobre las funciones planetarias y zodiacales, a punto tal que se llega a confundir las energías yin y yang con las mujeres y los hombres. Por eso, adoptar una perspectiva feminista en la interpretación de la astrología es crucial para superar estos estereotipos y comprender de manera más respetuosa la complejidad humana.
La emergencia de nuevos paradigmas
Los estereotipos de género operan como constructos sociales que imponen a las personas expectativas, roles y comportamientos específicos basados en su sexo. Estos estereotipos, arraigados en normas culturales y sociales, delinean lo que se considera apropiado o deseable para hombres y mujeres, limitando así la libertad individual y perpetuando desigualdades entre ambos sexos. Los estereotipos masculinos tienden a asociarse con atributos como fortaleza, racionalidad y dominancia, mientras que los estereotipos femeninos suelen estar relacionados con la sensibilidad, la sumisión y el cuidado. Estas expectativas predefinidas pueden influir en la forma en que las personas se ven a sí mismas y a los demás, lo cual moldea sus aspiraciones, elecciones profesionales, comportamientos y relaciones interpersonales. Los estereotipos de género también pueden generar discriminación, ya que aquellas personas que no se ajustan a estas expectativas pueden enfrentar juicios, exclusiones o limitaciones en diversos ámbitos de la vida, desde lo laboral hasta lo personal.
Por ejemplo, Venus se asocia con el amor y la belleza, una conexión comprensible dado su papel mitológico. Sin embargo, equiparar estos atributos exclusivamente con las mujeres y confundir la feminidad con la identidad femenina es un error que persiste debido a la arraigada aceptación de los estereotipos de género.
Lo mismo se puede asumir para Marte, símbolo de la sexualidad y la agresión, que ha sido identificado con los hombres. Desde esta mirada, se cree que ser varón equivale a adoptar valores y rasgos de “masculinidad”. Esta interpretación estereotipada ha llevado a una comprensión limitada de las energías planetarias y su relación con los roles de género. En la actualidad, es fundamental reconocer que estas influencias planetarias van más allá de las definiciones tradicionales.
Al decir que un planeta, signo, o elemento astrológico es femenino, indefectiblemente estamos creando un vínculo con el sexo femenino, es decir, con las mujeres (el diccionario de la RAE define por “femenino” a lo perteneciente o relativo a la mujer; lo propio de la mujer o que posee características atribuidas a ella). Lo mismo, de modo opuesto, puede decirse respecto a lo “masculino”.
Si entendemos, tal y como lo define el diccionario, a lo “femenino” como lo propio de las mujeres y a lo “masculino” como lo relativo a los hombres, ya no podemos seguir sosteniendo que las energías yin (la oscuridad, la pasividad, la receptividad, la intuición) son energías femeninas y que las energías yang (la razón, la fuerza, la actividad, la dominancia) son masculinas. En cambio, reconocemos que son energías humanas, presentes en hombres y mujeres, más fuertes en algunas u otras personas dependiendo de la predominancia de Fuego, Tierra, Aire o Agua o la dominancia planetaria en sus cartas natales.
Cuando comenzamos a cuestionarnos esta visión sesgada, descubrimos que Venus no se limita únicamente a representar a las mujeres; más bien, simboliza la forma en que una persona experimenta y busca armonía, placer y conexiones afectivas en la vida. De manera similar, Marte no está exclusivamente ligado a las conductas que tienen los hombres: también representa la voluntad, la acción y la expresión de la energía vital en todos los individuos, hombres o mujeres.
La Luna representa la capacidad de cuidar de lo vulnerable, por ejemplo a un bebé, función que debería ser desempeñada de igual manera por madres y padres, sin importar su sexo. Cada vez que repetimos que la Luna es la madre, estamos adoptando una posición política sin saberlo: asumimos que el cuidado de los niños es responsabilidad exclusiva de las mujeres. La creencia de que las mujeres somos más sensibles o empáticas por naturaleza es, en realidad, un sesgo cognitivo. La habilidad de sentir, proteger y cuidar es una característica de los seres humanos. La diferencia fundamental es que a las mujeres se las educa desde pequeñas para que desarrollen estos rasgos, ya que se supone que deberán cuidar de los niños y ancianos, mientras que en los hombres se fomenta la autonomía e individualidad para que se conviertan en buenos proveedores. Pero si vemos la carta natal de muchos hombres, encontraremos predominio del elemento Agua, lo que los vuelve, en realidad, más bien sensibles y soñadores. Lo mismo ocurre con las mujeres que tienen mucho Fuego, que están dotadas de un carácter emprendedor y asertivo.
Todo lo mencionado nos lleva a cuestionarnos si el carácter y la personalidad son características dadas por el sexo biológico de un individuo o si dependen de sus energías predominantes en su ADN astrológico. Pues bien, cuando vemos e interpretamos una carta natal, sabemos lo importante que es reconocer las tendencias que se expresan en ella, y que estos rasgos moldearán ineludiblemente nuestros intereses y decisiones.
Consecuencias de tener una mirada sexista
Mantener los prejuicios aquí nombrados conlleva una serie de peligros y limitaciones en la comprensión de la astrología. Entre ellos encontraremos:
- Estereotipos limitantes: Una interpretación sexista puede reforzar roles de género tradicionales, encasillando a las personas en estereotipos predefinidos, y limitando la comprensión de la complejidad y diversidad humana. Esto podría llevar a pasar por alto el valor de Venus o la Luna en la carta de un hombre y de Marte o el Sol en una carta de mujer.
- Reproducción de desigualdades: Al atribuir cualidades o comportamientos exclusivamente a un sexo u otro, se perpetúan desigualdades y discriminación. Esto puede llevar a prejuicios y sesgos en la interpretación de la personalidad o el destino de un individuo.
- Limitación del potencial personal: Una mirada sexista puede influir en las expectativas hacia uno mismo o hacia los demás, restringiendo así el desarrollo personal. La identificación de ciertas cualidades o habilidades como “masculinas” o “femeninas” puede limitar la exploración y expresión individual de cada persona.
- Falta de precisión en las interpretaciones: Al centrarse únicamente en estereotipos de género, se pasa por alto la complejidad y la singularidad de cada individuo. Esto puede resultar en interpretaciones inexactas o sesgadas de la influencia planetaria en la vida de una persona.
Reinterpretar la astrología desde una perspectiva feminista
Para interpretar una carta natal desde una perspectiva feminista es crucial comprender cómo estos estereotipos producen y reproducen una visión sesgada de los hombres y las mujeres. Por este motivo, es fundamental investigar cómo las mujeres se vinculan con su energía marcial, solar y con el Fuego en su carta natal, y qué hacen los hombres con la energía venusina, lunar y de Agua en sus cartas.
Es esencial fomentar un diálogo inclusivo que abarque una gama amplia de experiencias humanas en relación con los arquetipos astrológicos y descartar las ideas sexistas arraigadas en la cultura patriarcal. Una forma de avanzar en esta dirección es explorar las energías planetarias utilizando un lenguaje que refleje una visión más amplia de las características humanas, evitando asociaciones rígidas con lo masculino o femenino.
Por ejemplo, es importante descubrir si la persona puede reconocer e integrar todas sus energías, en lugar de dar por sentado, como ocurre en ocasiones, que por ser de uno u otro sexo, la persona rechazará esos planetas o energías y los proyectará en el sexo opuesto. Así, en lugar de desestimar lo venusino y lunar en los hombres, o lo solar y marcial en las mujeres, podemos investigar cómo lo expresan, sin enfocar nuestra atención en algunos indicadores de la carta y descartar otros en base a sesgos y estereotipos.
En lugar de referirnos a Venus como “lo femenino” deberíamos describirla como la expresión del amor, la apreciación estética y la conexión con el placer de los sentidos, sin ligarlo exclusivamente a las mujeres, reconociendo las múltiples formas en la que los hombres expresan su buen gusto y diplomacia. Asimismo, en vez de referirnos a Marte como “lo masculino” deberíamos describirlo como la manifestación de la fuerza, la voluntad, la pasión y la determinación, presente tanto en hombres como en mujeres. Lo lunar, por otro lado, deja de ser únicamente la maternidad para convertirse en la capacidad humana de cuidar a otros, empatizar, conectar desde la sensibilidad, desarrollar la intuición y procesar las experiencias emocionales.
De este modo, al cambiar la manera en la que nombramos las cosas, se altera profundamente la forma en la que pensamos e interpretamos la realidad, lo cual colabora con la creación de una narrativa más inclusiva y actualizada, que también tendrá sus frutos en la calidad y profundidad de las devoluciones astrológicas.
Desafíos de integración para hombres y mujeres
Si bien nuestra carta natal muestra todo nuestro potencial, es una realidad que la sociedad y los valores tradicionales siguen aún arraigados y producen una dificultad de integración de nuestros potenciales y cualidades intrínsecas. Muchas mujeres a lo largo de la historia han rechazado sus aspectos más fuertes y dominantes para evitar el repudio social, abrazando los ideales de belleza y sensibilidad esperables para las mujeres. Lo opuesto también ha ocurrido con los hombres, quienes han tenido, en muchos casos, dificultad para expresar sus emociones, en especial aquellos con fuertes energías de Agua en su carta natal.
Las nuevas generaciones muestran una actitud más abierta y actualizada, lo cual favorece la expresión de todas las energías y una mayor homogeneización de rasgos y características para ambos sexos. La realidad biológica representa cada vez menos un factor determinante para comprender a los individuos, aunque sería ilusorio creer que las barreras y limitaciones están completamente franqueadas. Por eso, considerar la edad, la cultura y los valores familiares de quien consulta será fundamental si queremos comprender cómo ha sido su vinculación con los arquetipos tradicionalmente asociados al sexo opuesto.
Para muchas mujeres, integrar y expresar los rasgos que normalmente se asociaron a los hombres todavía sigue siendo un gran reto, y puede que busquen en su pareja, padres o amigos aquellos rasgos que están acentuados en su carta natal. Lo mismo podemos pensar en el caso de los hombres respecto a los rasgos tradicionalmente femeninos. Por lo tanto, a la hora de descubrir el funcionamiento de estos símbolos, es importante estudiar el caso a caso con atención y pericia, para comprender cómo muchas veces aquellos factores que la persona no puede expresar por sesgos sexistas pueden mostrarse de una manera encubierta a través de manifestaciones que son socialmente aceptables para hombres y mujeres.
Dos casos de consulta
Una paciente de 36 años tiene un fuerte Marte en su carta natal: en el signo de Aries, y en cuadratura a su Sol y oposición a su Luna. Durante muchos años, ha proyectado ese Marte en los hombres de su vida (su padre, su marido, etc). Estos eran hombres seguros de sí mismos, emprendedores y asertivos. En algunos casos, también egoístas y agresivos. Ella siempre se identificó con su stellium en Cáncer y su Luna en Libra, más bien complaciente y sensible.
Sin embargo, en los últimos años, producto de tránsitos importantes que activaron a su Marte natal, ella fue ascendida en su trabajo al puesto de manager y descubrió una faceta emprendedora y segura de sí misma. Comenzó a estar cada vez más en contacto con lo que ella llama su “intuición”, una parte dentro suyo que sabe lo que quiere. Reconoció una faceta que antes estaba dormida y que la ayudó a afrontar momentos de incertidumbre y soledad con una actitud más decidida e independiente.
Cuando, a lo largo de las sesiones, fue descubriendo que dentro de su bagaje energético había un arquetipo fuerte de guerrera, se convenció de que ella podía tomar decisiones sola y que no necesitaba de una pareja para sentirse realizada y completa. Esto cambió su forma de vincularse con ella misma y con los hombres en su vida. En lugar de necesitar la aprobación de su pareja o de su padre, esperar que la protegieran y la ayudaran a tomar decisiones, era capaz de encontrar esa fortaleza y convicción en sí misma. Además, descubrió que podía hablar con claridad y transmitir lo que quería, poniéndose a ella misma y a sus propias necesidades en primer lugar.
Veamos un segundo caso. Un hombre de unos 70 años consulta por problemas de salud. Sufre de una cardiopatía que lo llevó a tener varios infartos y padecer de presión alta crónica. Aunque creía que me encontraría con una carta natal con un fuerte Marte y mucho Fuego, por el contrario, encontré una carta muy yin. Una Luna en Escorpio, en aspecto a Neptuno; un Sol en Cáncer y varios planetas en Piscis. Este descubrimiento me asombró, especialmente porque él se muestra al mundo como un hombre muy iracundo.
A lo largo de la sesión fui indagando sobre sus emociones y descubrí que le cuesta mucho reconocer y aceptar su sensibilidad. No le gusta sentirse vulnerable, y cree que los hombres no lloran. Mis intervenciones se enfocaron en ayudarlo a desmontar esa creencia y enseñarle que las emociones son un bagaje humano y que él tiene derecho a expresarlas y sentirlas sin censura. Le señalé que su carta natal tiene un fuerte predominio de Agua, pero que, por las situaciones vitales y la cultura patriarcal en la que creció, no pudo sentirlas y expresarlas libremente. Sus emociones auténticas, ligadas a la tristeza, la sensibilidad y la vulnerabilidad, quedaron completamente tapadas, y en su lugar aprendió a expresar enojo e ira, que muchas veces sirven de máscaras encubridoras de otras emociones, en especial para los hombres.
A raíz de estas intervenciones me compartió que a lo largo de su vida, tal y como se ve en su carta (y en especial en su Luna), vivió situaciones de mucha tristeza y soledad. Tuvo una infancia muy difícil en la que sintió que no podía expresar lo que sentía y aprendió a reprimir sus emociones y desconectarse de su interior. Mientras cuentaba esto, se le notaba la voz cortada y el llanto reprimido.
Unos días después de la sesión me escribió para contarme que estuvo pensando en lo que hablamos en la sesión y que al ver unas viejas fotos de su infancia, estalló en llanto. Por primera vez se permitió sentir tristeza por su historia y su propia vida y, acordándose de mis palabras, dejó de censurarse y aceptó sus emociones.
Conclusiones
La astrología psicológica en la actualidad sigue reproduciendo estereotipos de género a la hora de interpretar los planetas y signos en una carta natal. Esto produce sesgos interpretativos, limita los potenciales de los consultantes y reproduce ideas que favorecen la discriminación y desigualdad en la sociedad.
Por este motivo es importante adoptar una perspectiva crítica y revisar la interpretación de los indicadores astrológicos. Al abandonar los estereotipos de género y abrazar una visión más amplia de las energías planetarias, la astrología puede ofrecer una comprensión más enriquecedora y respetuosa. Este proceso es crucial para avanzar hacia una práctica más ética, reconociendo la riqueza y diversidad humana en todas sus facetas y potenciales.
Cecilia García Robles
Cecilia es Licenciada en psicología, especialista en astrología psicológica y astrogenealogía. Es terapeuta sistémica, consteladora familiar y biodecodificadora. Autora de los libros “Astrogenealogía: un viaje hacia las raíces familiares”, “Biodecodificación astrológica: el código del síntoma en la carta natal”, “Tarot sistémico transgeneracional: psicogenealogía y constelaciones familiares a través de los arcanos mayores” y “Constelaciones astrológicas: la carta natal al servicio del sistema familiar” editados por Kier. Tiene una escuela de Astrología humanística “Astropsicologica” y una de terapias sistémicas “Astroconstelaciones” donde imparte formaciones.
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