La astrología como herramienta terapéutica.

18 Ago 2023

Estudio de un caso de duelo complicado.

Por Aleix Mercadé

37º Congreso Ibérico de Astrología19 de junio de 2022, Málaga

RESUMEN: La astrología es una práctica milenaria que está en crisis por sus numerosos problemas internos y su resistencia al rigor científico. Este artículo revisa dichos problemas y propone tentativa y constructivamente una alternativa basada en la integración de la experiencia astrológica y los conocimientos del siglo XXI en psicología. Se describe un caso donde se utilizó la astrología como herramienta en el tratamiento psicoterapéutico a Teresa, una mujer en profunda crisis de sentido vital después de la pérdida traumática de su hijo de 15 años en un accidente de tráfico. El artículo intenta asentar las bases de la utilidad de la carta natal (mapa del Sistema Solar en el momento y lugar del nacimiento) para personalizar la evaluación y el tratamiento. 

Palabras clave: astrología, terapia experimental, psicología transpersonal,  filosofía, existencialismo, interdisciplinariedad, astrología integral, espiritualidad, duelo, sufrimiento, trauma.

1. Un paradigma en crisis

La astrología adolece de una serie problemas e inconsistencias que obligan a revisar muchos de sus fundamentos y corpus de conocimientos. Mi motivación por dicha revisión no se basa en el desprecio a esta disciplina sino en el amor a un conocimiento que puede mejorar, como lo han hecho y lo hacen todos los conocimientos humanos.

Estos problemas e inconsistencias están ante nuestras narices, son algo fácilmente observable y comprensible en el ejercicio práctico y aplicado de esta disciplina. Lo único que se necesita para verlo es una actitud mínimamente crítica y cierto desapego de nuestra identidad (y orgullo) con la astrología.

Hay una serie de situaciones que hacen sospechar que algo no va bien en el ejercicio del astrólogo con el consultante:

  1. Parece más importante la carta natal que la persona que tenemos delante, es decir, el mapa se impone al territorio. En consecuencia, una consulta astrológica suele consistir en “interpretar la carta natal”, y se entra así en una descripción y análisis conceptual basado en lo puramente astrológico. 
  2. Durante este análisis, el lenguaje usado suele ser muy abstracto y ambiguo, de alto grado inferencial, fruto de los lenguajes simbólicos, lo cual dificulta mucho la comprensión del mismo y facilita fenómenos cognitivos como el efecto Forer, el cual supone la percepción subjetiva, por parte del consultante, de un alto grado de acierto en el análisis psicológico a pesar de no ser así.
  3. Se ignora que las circunstancias (factores no astrológicos) posibilitan y, a la vez, limitan el abanico de posibilidades de expresión concreta de un símbolo astrológico. Es decir, las circunstancias actúan como catalizador que concreta la infinitud (amplitud probabilística) de lo arquetipal, de igual manera que el fenómeno cuántico, de naturaleza probabilística, colapsa y se determina cuando el entorno le presiona para ser (para existir concretamente).
  4. El astrólogo, durante el análisis, suele proyectar su personalidad, valores y preferencias personales, sesgando y proyectando su propio mapa al consultante, lo cual supone un riesgo para este, así como una flagrante violación ética.
  5. El corpus astrológico se presupone verdadero y deviene en dogma. Existe una masiva asunción de sus conceptos y principios, una credulidad ingenua a un conocimiento teórico del que se deduce todo. En los casos más extremos, incluso se rechaza que sea un conocimiento conceptual, como si fuera puro sentir sin mente, lo cual sabemos que no es así (Mercadé, 2012). 
  6. En general, y relacionado con el punto anterior, la inducción brilla por su ausencia, y el astrólogo fundamenta sus juicios en su propia autoridad semidivina o en textos que son considerados sagrados, subestimando y negando los avances sapienciales de los últimos siglos y décadas, la falibilidad humana, la existencia del sesgo y la subjetividad como contaminante. Pienso que sobran las repeticiones de lo dicho (los refritos) y el abuso de la deducción y hace falta la observación curiosa y crítica, es decir, la inclusión del método hipotético-deductivo.
  7. Las divergencias irreconciliables entre corrientes y escuelas astrológicas, en vez de motivar una revisión y el debate constructivo, permanecen como tabú, seguramente por falta de métodos fiables que permitan contrastar las ventajas y desventajas de cada perspectiva. 
  8. No se reflexiona sobre las consecuencias de que el lenguaje simbólico pueda concretarse de forma múltiple y que, a priori, sea imposible estar seguro de cómo una carta natal se va a concretar (desarrollo horizontal). Es decir, no se considera que un mismo arquetipo se puede concretar en diferentes conductas y, a la vez, una misma conducta puede manifestarse como resultado de diferentes arquetipos astrológicos. 
  9. Tampoco se reflexiona sobre el hecho de que la carta natal es un potencial (desarrollo vertical) y no puedes decir que alguien es de una manera u otra desde la carta natal, obviando así todos los factores no astrológicos que posibilitan o dificultan el despliegue de dicho potencial.

Olvidamos que la astrología es una disciplina sistémica y, en vez de eso, se incurre en interpretaciones de recetario sesgadas, sobre todo en el caso de las astrologías más populares.

  1. A pesar de que continuamente los astrólogos conectamos lo simbólico a todo tipo de cuestiones mundanas (psique, cuerpo), existe un escaso interés en ser interdisciplinar, como si un astrólogo pudiera ser solamente astrólogo. En nuestra sociedad se ha perdido esa figura de sabio interdisciplinar que siempre había ido de la mano de los astrólogos del pasado.
  2. Parece que hemos olvidado que tenemos entre manos un conocimiento extremadamente sutil, y lo pretencioso que es creer que lo dominamos o que hay quien lo domina.
  3. Como es propio de nuestro tiempo, vistos todos los olvidos e ignorancias anteriores, existe una importante falta de humildad, espíritu crítico, paciencia y profundidad intelectual y espiritual.

2. Revolución

La astrología actualizada que propongo es una astrología que integra pasado, presente y futuro; arte, ciencia y espiritualidad (Mercadé, 2021a). Abraza la sabiduría de la tradición, pero sin idolatrarla, consciente de sus límites. Agradece la integración de miradas psicológicas como la de Liz Greene y Howard Sasportas, o la espiritualidad de Richard Tarnas o Eugenio Carutti, pero con el espíritu crítico y científico de nuestro tiempo.

La revolución que propongo mantiene elementos esenciales como la mirada sistémica y holística. La astrología es así una matriz universal que lo compatibiliza todo, lo cual la convierte en la disciplina más interdisciplinar, es decir, la que más necesita saber sobre otras disciplinas. Debido a la naturaleza profundamente estructural y poco superficial de la astrología, esta se ve obligada a estar en estrecho vínculo con los conocimientos específicos referidos por los conceptos astrológicos. Por ejemplo, si hablamos de la importancia de la comunicación para Géminis, tendremos la oportunidad de comprender este arquetipo mejor que nunca si nos adentramos en lo que actualmente se sabe sobre la comunicación, comprensión a la que no tuvieron ocasión de acceder los astrólogos del pasado. Lo mismo ocurre cuando hablamos de personalidad, comportamientos, emociones problemáticas, emociones placenteras y otros conceptos psicológicos. La psicología ha madurado mucho durante las últimas décadas. Existen infinidad de conocimientos que permiten –al astrólogo que pretenda ayudar a conocerse y desarrollarse– disponer de mayor solidez y profundidad en los análisis astrológicos. Sería una gran limitación, por lo tanto, hacer astrología sin psicología, como lo sería hacer química sin física o economía sin matemáticas.

Esta astrología sería holística y sistémica por su marco infinitamente integrador. No obstante, en sí misma, como herramienta, sería una más. Es decir, propongo hacer terapia con astrología, no astrología con terapia.

Otra importante característica de la revolución que propongo es que esta astrología no rechazaría la ciencia ni el pensamiento crítico asociado, pues este rechazo lleva al reduccionismo, limita nuestra mirada. Pienso que es un mal planteamiento rechazar algo por sus límites en vez de valorarlo por sus posibilidades. Es pensamiento limitante en estado puro. No creo que haya una mirada mejor o peor, sino un conjunto de miradas a combinar sabiendo lo que cada una puede aportar. Todo tiempo pasado ha tenido sus marcos teóricos, y por ello es importante tomar consciencia de que los astrólogos solemos practicar una astrología contaminada de muchos principios metafísicos desfasados (en el caso de la astrología tradicional) y conceptos propios de marcos demasiado restrictivos, y a ratos ingenuos, como el de la teosofía, el psicoanálisis y el New Age (en el caso de la astrología psicológica). 

Por supuesto, integrar la ciencia en lo astrológico supone un reto epistemológico mayúsculo pero permitiría superar muchos problemas: 

1) Aportaría formas de controlar los procesos de inducción y deducción por medio de creativas metodologías cualitativas y cuantitativas. 

2) Fomentaría el espíritu crítico y minimizaría verdades basadas en la autoridad. Pienso que autores como Geoffrey A. Dean (2016) o Julián García Vara (2016) serían buenos ejemplos.

3) Dispondríamos de un conocimiento más sólido y menos dado a las especulaciones extravagantes más subjetivas.

4) Abriríamos la dimensión interdisciplinar en toda su envergadura. Se podrían establecer puentes con la física, como fue el caso de Demetrio Santos (1978), o con la biología, haciendo especial mención a José Luna (2022) y su reciente disertación sobre posibles relaciones entre lo astrológico y la epigenética.

5) Gozaría de una mayor aceptación social y apoyo institucional, pues aunque seguiría siendo parcialmente pseudocientífica, se iniciaría un interés exponencial por parte de muchas mentes y almas brillantes (no caigamos en el prejuicio de que un científico no pueda ser sensible y espiritual).

Así pues, el estudio riguroso en astrología supondría poder cuantificar lo astrológico, de lo cual existe cierta tradición y es algo que los programas de astrología han desarrollado desde múltiples criterios. Comparto de forma resumida (sin entrar en todas las excepciones y matizaciones) el criterio que personalmente uso al buscar correlaciones entre diferentes fenómenos psicológicos y lo astrológico:

Factor astrológicoValor numérico
1Sol (signo*)9
2Regente solar (signo)8
3Aspectos del Sol y regente solar (planetas convertidos en signos + signos)6
4AC (signo, planetas cerca convertidos en signos)9
5Regente AC (planeta convertido en signo y signo) 8
6Aspectos del regente del AC (planetas convertidos en signos + signos)6
7Luna (signo) 4
8Aspectos de la Luna (planetas convertidos en signo + signos)2
9Otros (signo)2
CUADRO 1Aquí los signos concentran significados que van más allá de los signos literalmente. A las casas apenas las considero (solamente AC) por razones que trataré en otra ocasión.

También comparto algunos resultados provisionales con algunos fenómenos psicológicos:

Fenómenos psicológicosSignos (arquetipos) dominantes
1Síndrome de AspergerCáncer-Capricornio
2Ansiedad y Trastorno del pánicoCapricornio-Escorpio
3Mutismo selectivoCapricornio-Géminis
4Trastornos psicóticosEscorpio-Acuario-Piscis
5Trastornos de alimentaciónLibra-Tauro-Cáncer-Virgo
6Depresión y BipolaridadCapricornio-Sagitario-Piscis
CUADRO 2

En la práctica, un Sol conjunto a Saturno en Cáncer contaría como “Capricornio”. Es decir,  tal como se podía comprobar en el cuadro 1 (criterio de cuantificación), uso los conceptos de los signos para agrupar cualidades arquetipales como la de los signos y planetas. En el cuadro 2 he seleccionado los arquetipos que resaltan sobre el resto. Por ejemplo, en el caso del Síndrome de Asperger (gráfico 1) se dieron estos porcentajes:

Todos estos resultados deben tomarse con sumo cuidado. Son resultados a partir de muestras muy reducidas (n=25 de media), con un muestreo del tipo bola de nieve y un tratamiento estadístico deficiente. Estos resultados se apoyan en el análisis de casos más que en estrategias cuantitativas, por lo que en ningún caso deben generalizarse dichos resultados, sino tomarse como punto de partida hipotético para futuros estudios. Y es que el gran reto de la investigación cuantitativa astrológica, además de contar con criterios de cuantificación de lo arquetipal (cuadro 1), es contar con extensas bases de datos de calidad.

Para aquellos astrólogos que rechazan que lo científico pueda formar parte de lo astrológico, solamente me limitaré a plantear la siguiente situación: 

¿Podrías discriminar la carta natal de una persona de otra falsa solamente hablando con esa persona con cierto grado de profundidad? 

Si la respuesta es que sí, entonces estarías aceptando una forma de atrapar científicamente lo astrológico, pues repitiendo esta prueba se estaría demostrando algo presuntamente imposible. Sin embargo, si la respuesta fuera que no, entonces te plantearía las dos preguntas más incómodas: 1) entonces ¿qué información puedes obtener a partir de una carta natal? y 2) entonces ¿por qué sueles hablar en términos contrastables?

Como puede deducirse, es difícilmente defendible el resistirse a aceptar que la astrología pudiera cientificarse.

Por descontado, la astrología que propongo no sería íntegramente científica, pues también cabría la sabiduría y sensibilidad filosófica, artística y espiritual a la que actualmente tenemos acceso.

En conclusión, por todo lo expuesto en este apartado, mi propuesta es que la astrología se deje influir por su tiempo, permitiendo que transmute, que madure, lo cual por supuesto tendrá también sus problemas.

3. El modelo terapéutico-clínico

Este modelo se fundamenta en la importancia del contexto y otras dimensiones no astrológicas a la hora de analizar una carta natal. Esto supone que en una consulta se explore el territorio, es decir, se pregunte al consultante sobre su vida, sus circunstancias, sus relaciones, su sentir, pensar y hacer. Ello permite analizar de qué manera vive y ha vivido la carta natal, permite calibrar cómo (desarrollo horizontal) y cuánto (desarrollo vertical) está desarrollando su potencial, y cómo ha sido dicho desarrollo. Sabemos que dos personas con la misma carta natal –por venir de padres con cartas natales, genéticas y contextos socioculturales diferentes– viven vidas muy diferentes. Podríamos decir que, arquetipalmente, tienen vidas muy parecidas, aunque su manifestación concreta parezca tan diferente. No obstante, aunque asumimos que todo el mundo desarrolla su carta natal “a su manera”, también hay circunstancias no astrológicas poco favorables para la manifestación de los arquetipos involucrados, lo cual resulta en que podamos  encontrarnos con personas que no manifiestan su carta natal (o parte de ella) o lo hacen de una forma imperceptible.

De esta manera, la astrología se convierte en una herramienta (siempre lo había sido), en un mapa que nos acompaña y usamos para lo que es nuestro objetivo principal: ayudar a que el consultante se entienda, se conozca, comprenda cuáles son sus fortalezas y debilidades, tanto las ya desarrolladas como las que pueda haber en potencia, y ello siempre desde lo que actualmente es una realidad, con tal de poder visualizar en qué punto del camino se encuentra, qué obstáculos le impiden avanzar o qué simplemente podría mejorar.

Es crucial subrayar que este modelo hace especial hincapié en los problemas significativos del momento para el consultante, así como su realidad, evitando especulaciones o hablar de posibilidades improbables. Así pues, existe un interés genuino por la persona, un respeto y un acercamiento humilde, reconociendo de entrada la propia ignorancia a la hora de afirmar algo categóricamente. Se hace astrología desde la flexibilidad y no desde la certeza, lo cual también presupone cierto trabajo personal por parte del astrólogo para evitar contratransferencias contraproducentes.

Tengo la convicción de que los conocimientos de los que actualmente disponemos sobre psicología son especialmente útiles para la práctica astrológica. Es cierto también que para hacer terapia o para diagnosticar es necesario ser psicólogo clínico, por lo que hay que ir con cuidado de no invadir dichas competencias. Sin embargo, tanto para el astrólogo al que le interesa usar la astrología para entender a otras personas a nivel psicológico como para terapeutas en general, este enfoque permite análisis astrológicos infinitamente más profundos y certeros, así como permite dar consejos mucho más útiles y personalizados. 

Así pues, entrando más en detalle, ¿qué es lo que aporta la astrología en el contexto terapéutico?

  1. La carta natal es un mapa más que, triangulando con otras herramientas y conocimientos terapéuticos, permite conocer el territorio con mucha más claridad y profundidad. 
  2. Se pueden estudiar cartas natales parecidas a la de nuestro consultante y usarlas como modelado, tanto para inspirar comportamientos modélicos a imitar como aprender  comportamientos a evitar.
  3. Cuando se analiza la aparición de problemáticas, o devienen cierto tipo de experiencias, los tránsitos y sinastrías permiten identificar más rápidamente qué está pasando, qué hay en juego, qué temas tenemos ante nosotros. Esto es especialmente útil cuando el diagnóstico es confuso.
  4. Podemos entender por qué tenemos algunos patrones energéticos que nos generan tendencia a vivir ciertos acontecimientos; por qué atraemos ciertos sucesos o personas. Algo muy especial de la astrología es que su naturaleza sistémica permite comprender nuestra carta natal como si fuera una molécula con determinados enlaces al exterior diseñados para atraer o repeler cierto tipos de moléculas, favoreciendo determinadas conexiones y dificultando otras. Esto no debe jamás plantearse en términos de culpabilidad. Nosotros no causamos sufrir un abuso o que un familiar sufra un accidente. Somos parte de multitud de sistemas donde todos los involucrados interaccionan con todos.
  5. El lenguaje simbólico, lejos de determinar, permite abrir opciones. Cada arquetipo es múltiplemente realizable, por lo que el lenguaje astrológico es especialmente útil cuando una persona está viviendo de forma muy rígida. Es decir, la carta natal le propondrá creativamente todo tipo de actividades que, manteniendo la motivación esencial, sustituyan la conducta problemática. O, si no hay conducta problemática a sustituir, simplemente propondrá actividades afines.
  6. La carta natal permite tener una comprensión global de quiénes somos, lo cual es útil para definir objetivos con una alta carga de sentido y propósito vital. Esto es especialmente útil después de crisis por situaciones límite o como problema típico de nuestro tiempo.
  7. El modelo de la carta natal ya presupone una estructura sistémica interna (y no solamente externa) que nos permite visualizar y naturalizar que, como individuos, somos internamente seres múltiples, con distintas facetas y subpersonalidades que pueden estar relacionadas entre sí de diversas maneras.
  8. La carta natal facilita sobremanera la autoaceptación y aceptación de las diversas maneras de ser, de forma independiente a la normalidad dictada por nuestro entorno. Es decir, permite aceptar nuestras rarezas, permite conciliarnos con nuestra normalidad singular. 

Existirían otros aportes de la astrología, aunque serían menos exclusivos, como el hecho de que posibilita la reflexión y la tranquilidad de poner palabras a hechos, emociones y comportamientos que nos generaba demasiada angustia o incertidumbre.

4. Estudio de un caso 

4.1. Exploración del territorio

A continuación vamos a ver el caso de Teresa, de 47 años, mujer que tuve en consulta hace 10 años, y a quien he cambiado el nombre y otros datos biográficos por cuestiones de privacidad. Teresa vino a consulta porque quería encontrarse mejor y conocerse, saber qué hacer con su vida, encontrar sentido a su vida. Viene después de una noche de desesperación, de haber sufrido mucho por encontrarse muy mal, aunque luego sabría que llevaba desorientada y sufriendo muchos meses. Su marido la animaba a hacer terapia desde hacía mucho tiempo. Desde el primer momento se mostró muy amable y entregada. No había hecho terapia psicológica nunca pero confiaba en que le fuera a servir.

Teresa trabajaba en una multinacional en el sector de las telecomunicaciones. Estudió ingeniería y estaba muy bien considerada en el sector. Venía de una familia muy religiosa (catolicismo) y ella misma era creyente, aunque en el momento de la consulta reportaba estar en crisis de fe. Estaba casada y tenía 3 hijos. Hacía dos años, su hijo menor, Alberto, de 15 años, había fallecido en un accidente de moto después de un fallo mecánico muy improbable (la moto estaba en buen estado). Su padre conducía la moto, quien sobrevivió con pocas secuelas físicas. Iban por la ciudad a una velocidad no demasiado elevada, pero durante la caída Alberto tuvo mala suerte y el impacto fue fatal y no hubo posibilidad de salvarlo. Murió a las pocas horas.  

Toda la información recopilada fue de gran ayuda para entender el caso de Teresa. Parecía estar viviendo una profunda crisis de sentido vital, tal como ella misma me había explicado. No era algo nuevo, pues nunca había tenido demasiado claro lo que le motivaba, pero ahora la crisis era otra cosa, mucho más profunda y dolorosa. Era evidente que no había hecho el duelo con su hijo y que sería el tema central de nuestras sesiones y el punto de partida para poder abordar la cuestión del sentido vital. En su momento no apliqué ningún test que me permitiera verificar rigurosamente su diagnóstico, pero me apoyé en literatura científica afín (Worden, 1997).

Siempre le habían gustado las terapias alternativas como la medicina tradicional china y la astrología. Había estudiado naturopatía y quiromasaje, aunque nunca se había dedicado a ello pues su trabajo le había absorbido. Años atrás se había planteado cambiar de profesión hacia las terapias alternativas, pero finalmente renunció a esta idea. 

Teresa estaba viviendo una crisis de fe religiosa. Había dejado de creer en Dios después del accidente, pues “no le cabía en la cabeza” que Dios hubiera permitido la muerte de su hijo que era tan buena persona.

Cuando era pequeña vivía en una familia con estilo parental autoritario, muy exigente y poco emocional (pocas muestras de afecto y cariño), también con los duelos. Tenía un perro de mascota, y decía que cuando se murió por accidente lo pasó muy mal y no entendía por qué ya no estaba. 

4.2. Análisis del mapa

Teresa nació el 10 de setiembre de 1965, a las 16:30, en Madrid (España):

Lo más esencial en esta carta natal sería fijarse en los 4 planetas en Virgo, a saber, el Sol y el regente solar, y dos planetas transpersonales. La casa 8, si seguimos el modelo de casas que la considera análoga a Escorpio, enfatizaría los rasgos plutonianos. Teresa nació en Luna Llena, con la Luna en Piscis junto a Saturno, regente del AC.

A mi modo de ver, el grueso de la carta natal estaría en lo descrito antes. Sería útil analizar Marte y Neptuno en Escorpio en C.10 en algún momento, así como Júpiter en Géminis y Venus en Libra.

Podríamos confirmar el anterior análisis con el criterio de investigación (cuadro 1), y que nos daría lo siguiente: 

En las páginas siguientes, entraremos en el significado de la carta natal, análisis que haremos siempre a partir de la información real recopilada, evitando así divagaciones sin sentido.

Cuando tengo una carta natal delante, siempre me hago muchas suposiciones de cómo estará la persona viviendo y desarrollando su carta natal. En el caso de la oposición Virgo-Piscis de Teresa, después de escuchar la historia, esta no parecía estar integrada. Incluso llegué a pensar que raramente visitaba el polo lunar. Como ingeniera (aunque su trabajo estaba más cerca de la gestión de equipos y consultoría) se había polarizado en su lado Virgo. Todos sus variados intereses (naturopatía y quiromasaje) podían ser juzgados bajo dicho signo. Incluso la astrología era para ella una forma de analizar y controlarlo todo.

Así pues, a pesar de tener Marte-Neptuno en Escorpio, posición que debería dar mucha energía a lo acuoso, no había demasiada evidencia de que esa Luna-Saturno en Piscis fuera una parte de ella vivida como tal, pues ante fenómenos y vivencias piscianas como lo religioso, el símbolo o la muerte siempre había tenido un acercamiento literal, mental, ingenuo y superficial. 

4.3. Integrando mapas para comprender el territorio

El objetivo de estas consultas fue la integración de la oposición descrita, lo cual supuso un profundo análisis sobre la muerte, la pérdida, el sufrimiento, la espiritualidad y el sentido de la vida, a la vez que buscamos el procesamiento emocional y una experiencia no racional sobre las cuestiones anteriores, saber diferenciar cuándo estábamos ante una cuestión de proporciones humanas, analizable y controlable virginianamente, y cuándo no, cuándo estábamos pretendiendo imponer lo humano sobre lo trascendental, diferencia que Teresa estaba lejos de identificar y aceptar. Una persona con una sabiduría pisciana integrada hubiera afrontado la situación fluyendo con lo que la vida le había traído (“señal de que no tenía que ser”). No obstante, Teresa nunca había aplicado esta estrategia de afrontamiento y mucho menos iba a hacerlo ante la pérdida de un hijo, evento muy difícil de encajar espiritualmente, pues como veremos se trata de un acontecimiento que involucra nuestros sistemas más primarios.  

Un modelo teórico interesante para empezar a analizar este caso es el llamado Working Model, el cual describe el circuito cognitivo-afectivo del apego (Romero, 2013). Teresa estaba (y probablemente está todavía) apegada a su hijo, algo habitual por procesos instintivos que favorecen y permiten mantener los lazos afectivos. El sistema de apego, representado por la Luna en la carta natal, se habría interrumpido súbitamente, lo cual es justo lo que la conducta de apego pretende evitar a toda costa. Así pues, esto explicaría las reacciones emocionales suscitadas como el dolor, la frustración o la culpa, entre otras. 

La experiencia de la pérdida, la cual experimentamos en multitud de situaciones (ruptura de pareja, pérdida de posesiones o status, etc.), atraviesa nuestra existencia y es por ello que su experiencia, cuando es muy intensa, como en el caso de la muerte de alguien cercano, nos penetra hasta el núcleo de nuestro ser (Cabodevilla, 2007). La pérdida es parte de la vida y, en el mejor de los casos, nos ayuda a aprovecharla y afrontarla con autenticidad, nos ayuda a crecer y realizarnos personalmente. Se trata de una experiencia que suele recordarnos lo frágiles y vulnerables que somos, lo fugaz de nuestra existencia, nuestra finitud, provisionalidad e inexorable destino. Todo ello entraría en conflicto con Teresa y el paradigma de omnipotencia controladora en la que estaba instalada. Una persona con un fuerte Plutón en Virgo puede incluso llegar a pensar que si todo lo controla y lo hace perfecto nada horrible le podría ocurrir, como quien por tener una dieta perfecta se cree inmune a desarrollar enfermedades, o como quien, ante la presencia ya de la tragedia, piensa que es controlable y se obsesiona al respecto buscando inútilmente dar la vuelta a lo irreversible con soluciones absolutamente ineficaces.

La pérdida por muerte nos enfrenta a la soledad más radical, nos impone el silencioso vacío y nos confronta con el misterio de la vida (Cabodevilla, 2007). Somos la única especie que es consciente de su propia muerte y de su inevitabilidad, lo cual nos genera profundos miedos, ansiedad y otras reacciones totalmente normales. Vivimos en una sociedad donde la muerte es tabú, como cualquier realidad dolorosa y perturbadora, tendencia que posiblemente se irá acrecentando a medida que siga avanzando la eficacia de los tratamientos médicos contra todo tipo de enfermedades y las nuevas promesas de inmortalidad (como el tratamiento epigenético). Paradójicamente, la no consciencia de la muerte nos trae la no consciencia de la vida, pues esta última incluye como certeza a la muerte, el dolor, el sufrimiento y el misterio, por mucha aversión que nos genere.

Habitualmente las personas religiosas experimentan la muerte (la propia o la de seres queridos) de una forma menos estresante precisamente gracias a la protección que confieren las creencias y rituales como las oraciones, las cuales aportan sentido y adaptabilidad (Villalba et al., 2012). Esto tiene sentido, pues la voluntad de Dios está detrás de todo, la muerte es el camino a la vida eterna, a un lugar mejor y, por lo tanto, la ruptura que representa la muerte “solamente” es en esta vida encarnada, por lo que hay expectativa de reencuentro en el más allá. En el caso de Teresa, todo esto no le sirvió de nada. Se negaba a creerlo, su comprensión de estos principios espirituales no era profunda. Teresa sabía que era un hecho cotidiano que había madres perdiendo a sus hijos de las maneras más trágicas. Sin embargo, su fe jamás se sintió cuestionada. Fue cuando la tragedia se convirtió en una realidad que su fe se descubrió condicional y personal, pues los principios religiosos que sabía reproducir mentalmente no aplicaban en su caso. Así pues, esta fuerte disonancia cognitiva fue otra de las causas de su desorientación vital, dado que resolvió dicho conflicto interno negando la religión, lo cual hizo que su crisis de sentido se convirtiera en algo mucho más profundo. Por supuesto, en ningún caso el objetivo en la consulta era necesariamente recuperar su fe en la religión que había profesado, pero difícilmente iba a poder afrontar su situación sin la reconstrucción de sus pilares espirituales, pilares esta vez saturninamente establecidos, es decir, con cimientos lo más reales posibles. 

El duelo es el proceso que nos permite asimilar la pérdida y es un proceso totalmente natural donde hay aturdimiento, dolor, tristeza, rabia, culpa, pérdida de apetito, de peso, de sueño, dificultad para concentrarse, momentos de negación y otras características. El duelo es un proceso necesariamente doloroso y existen una serie de complicaciones que se pueden dar. Estas dificultades impiden volver a abrirnos a la vida, al amor y a la felicidad. 

El objetivo en estas terapias es acompañar en un duro y doloroso proceso, promoviendo el esfuerzo, la valentía, la flexibilidad y el equilibrio, la recuperación de los valores y la conexión con un propósito. Y es vital dar todo el tiempo del mundo. El duelo es un proceso neptuniano, por lo que no es recomendable presionar. Todo lo contrario, el vínculo terapéutico es especialmente pisciano: no directivo, extremadamente incondicional y empático, tiene que permitirse que el consultante pueda sumergirse en el océano sin límites de su ser, permitir el silencio, el sentir su estruendo, el dar espacio al vacío. En estos procesos, cada uno tiene sus propios ritmos y propias manifestaciones. Muchas veces las personas en duelo sienten el entorno como censurador y en terapia no pueden encontrarse. Aquí el diálogo socrático suele ser especialmente útil, pues no pone al terapeuta en posesión de la verdad sino que lo sitúa en el rol de cuestionador inteligente, humilde y curioso.

Para profundizar en el proceso terapéutico usé el modelo de William Worden (1997), que sigue siendo un gran referente en el tratamiento de duelo. Worden plantea cuatro tareas a realizar durante el proceso del duelo. 

Fueron necesarias 16 sesiones para realizar este viaje por las cuatro tareas: 

  1. Aceptación de la realidad
  2. Identificación y expresión de emociones
  3. Ajustes externos e internos
  4. Recolocación emocional

Después del proceso, Teresa había retomado ya su vida de una forma emocionalmente serena y volvía a estar intelectual y socialmente activa. Por supuesto, no era la misma persona, pues ahora era mucho más sensible (más agua). La integración de la oposición la motivó a escribir (y otras actividades creativas); la impulsó a ayudar y apoyar a poblaciones difíciles (como los menas) a través de ONGs, conectando así con valores como el servicio y otros valores relacionados con la entrega amorosa y el cariño incondicional. Así que recuperó el sentido, desarrolló una sensibilidad espiritual mucho más madura y profunda, con el misterio por fin integrado, creyendo en un destino insondable, construyendo un sentido para su vida y la muerte de Alberto.


Aleix Mercadé

Aleix Mercadé es filósofo, psicoterapeuta y astrólogo de la escuela Cosmograma. En astrología, Aleix tiene un enfoque integral, profundo y crítico, y destaca especialmente por introducir ciencia y terapia en el ejercicio práctico de la astrología.

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